domingo, 11 de octubre de 2009

Alcanzar el Sol, por Fatima de Leon.


Hay días que cuando uno sale de los brazos de Morfeo, está destinado a cambiar la existencia, en una noche sumida por los destellos de música ensordecedora mis sentidos vislumbraron una enigmática presencia, cuando me percate que esos ojos me observaban, presentí que mi existencia como la conocía terminaría, fue uno de esos aquelarres modernos donde el destino llego disfrazado de ojos azulados y de un nombre que por más que pase el tiempo no ha sido borrado de mi ser, de mi sangre.


Lo primero que note fueron unos incisivos que saltaban cada vez que reía, hablaba o simplemente callaba, como describir aquella fascinación que una simple mortal podría experimentar al ver a esa creatura llena de misticismo, la cual si bien no tenía más de una hora de conocer ya le rendía una obsesiva atención. Después de varios danzares en los cuales compartimos la misma adoración hacia los dioses paganos, me inundo la necesidad de reunir mis labios con los suyos y tratar de alcanzar el sol con mis manos, algo completamente imposible para un ser de obscuridad como yo, oliendo la dulce fragancia que emanaba de su ser un trance se apodero de mi. A partir de ese momento que compartió conmigo ya no presentaba voluntad alguna era un simple envoltorio de huesos y músculos, sin alma, porque el alma, aquel trozo de esencia que posee cada mortal, me había sido extraída sin sentirlo, sin permiso, sin averiguarlo ni extrañarlo. Después, esa extraña que ahora dominaba mi ser, me invito a conocer hasta entonces desconocidos, inicio con un beso en el cuello, terminal nerviosa y de placer por naturaleza, sus labios, sus incitantes labios, estaba húmedos y calientes, sentí sus incisivos sobre mi piel, después un escalofrió y mi cuerpo se tenso, un momento de insospechada ternura y deseo a la vez me poseyó, el silencio, solo se veía interrumpido por los suspiros que brotaban con sigilosa cadencia, llego un momento en que esa solitaria intimidad me dolió hasta el punto de desear transformarla o librarme de ella por completo, quitar de encima de mí a esa creatura que con solo un dedo hacia explotar la locura en mi, en ese momento de unión carnal palidecí, en un momento prefería morir, dejar todo de lado y alejarme de allí. Después de ese trance carnal el cual se repetía una y otra vez teniendo como actriz principal a sybelle, ¡por fin! sabia cual era el nombre de aquella que encarnaba la lujuria, el deseo el misticismo, todo a la vez en esa desafiante y encantadora mirada que horas atrás me dejo sin voluntad. El dios Febo apenas tocaba nuestros pies desnudos, cuando Sybelle, ese enigmático nombre, me hizo una pregunta que despertó en mi diversas cuestiones, ¿Quién era yo? ¿Acaso había renacido, después de ese beso mortal? Confundía por no saber cuál era mi accionar dude unos instantes, pero no podría detenerme, no me pidas que me quede a tu lado quizá regrese en otra ocasión, cuando haya transcurrido tiempo, pero por el momento no podía acceder a su petición.


fue entonces cuando el canto de las sirenas emergió de su garganta para decirme “cuando decidas venir no te costara encontrarme”, “sabes que te amo, pero en estos momentos deseo estar sola” –dije- tu no me necesitas, ¿no es cierto?, lo cierto es que nunca haz necesitado a nadie, en el acto me arrepentí de haberlo dicho, las palabras, no el tono resultaban impertinentes. ¿Cómo me había salido esa respuesta, para mi creadora, ella que me había dado el sol y la obscuridad en tan poco tiempo, fue algo muy de mi personalidad quizá el embrujo de su mortal mordida no había aplacado mi naturaleza del todo. Tome mis cosas y me despedí con un beso en la frente mientras ella estaba con una sonrisa y con unas palabras que retumban en mi ser cada vez que recuerdo, “se que volverás a mí, cuando el apetito carnal, no tenga limite, volverás a mi lado”. Cada día de mi renacimiento contemplo esa marca en mi cuello y viene a mi ser el impulso de buscarla y dejar todo mi ser en sus manos, pero pienso en que si una vez tuve el sol en mis manos y no recibí daño alguno, fue solo suerte y solo eso, aun no llega el apetito, pero sé que no pasara mucho para que llegue y entonces la mordida de sybelle será mortal esta vez y mi voluntad sucumbirá como el sol a la luna.

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